Es muy probable que un niño de tres años, que aún no sabe pronunciar muchas palabras ni comunicarse a la perfección, sepa coger un Smartphone y hacerse un selfie. Una escena  normal, aunque cuestionada, cuando hablamos de los llamados nativos digitales.

Ante esta realidad tan contundente, todos podemos coincidir en que la tecnología es ahora parte de nuestra rutina. En menos de dos décadas la vida diaria se ha modificado en torno a ella de maneras en las que el hombre no podría haber imaginado.

Todavía no conducimos coches voladores, pero somos capaces de realizar intervenciones quirúrgicas sin utilizar bisturí, de crear hologramas, de comunicarnos entre continentes con tan solo un “click”… Ante esta situación, no podemos dejar a un lado la manera en que la tecnología ha influido en la educación.

El hecho es que si cada vez es más común que los niños a partir de los 8 y 10 años tengan acceso a teléfonos móviles, tabletas y ordenadores, creándose con todo ello una oportunidad que  debe ser aprovechada para canalizar inquietudes, la creatividad y el conocimiento que de esos instrumentos se puedan obtener. Aun cuando la tecnología no es en sí misma una solución educativa, sí que supone un reto transformador e innovador que interesa a todos, especialmente a los docentes.

Estamos, entonces, en un momento estelar que tiene dos vertientes: determinar las posibilidades que se le abren a la educación de la mano de la tecnología para producir cambios metodológicos y proyectos innovadores, y sacarle el mejor provecho para usarla en beneficio de la sociedad en su conjunto. En ambos casos, el papel del profesorado es fundamental.

De su labor, de su enfoque, de su visión, depende que la tecnología se convierta en un instrumento atractivo, estimulante y motivador, para las generaciones que se están formando hoy para hacer posible un futuro mejor.

El uso educativo de la tecnología exige que el docente cuente con una formación específica, tanto inicial como continua, una disposición para estar actualizado y un apoyo y seguimiento constante. Es, en todo caso, una experiencia educativa apasionante que el profesor va a vivir, y construir, junto con sus alumnos, a quienes acompañará y orientará. La educación cuenta con la tecnología para difundir la mayor cantidad de conocimiento, información y cultura en el menor tiempo posible y de la mejor manera. La educación cuenta, también, con los docentes para que ese instrumento sea la clave para que el mundo se parezca cada vez más al que soñamos: con más justicia y con menores brechas de desigualdad en el acceso y uso del conocimiento.

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